sábado, 10 de marzo de 2012

We were born to move on.

¿Recuerdas aquella sonrisa? ¿La forma en que mis mejillas se tensaron, vacilantes, y mis labios borraron esa mueca que tanto tiempo adornaba mi cara? Parecía algo fortuito. Sin motivo alguno, sin razón aparente.
Era un pensamiento obvio. Una idea que sólo necesitábamos que alguien nos recordara. Pero sobre todo, era una promesa. Una promesa de un futuro mejor. De otra oportunidad. De un cambio todavía por venir. Una promesa en forma de sonrisa, pero una promesa, al fin y al cabo. Puede que fuera temblorosa. Quizá no era demasiado nítida, ni tampoco estaba bien definida. Pero la desesperación nos había enseñado a aferrarnos a cualquier cosa.
No le caímos bien a la suerte, y la vida decidió conducirnos por un camino amargo. Con demasiada tristeza y lágrimas que se desbordaban sin que pudiéramos evitarlo. Con culpabilidad y desconfianza. Con ira acumulada bajo la superficie, en forma de un millón explosiones de dolor. Y por fin, cuando nos cansamos de gritarle al mundo, exigiéndole al mundo una explicación, nos dimos cuenta, casi al mismo tiempo.
Ya habíamos tocado fondo. Habíamos caído en él de golpe, de hecho, sin miramientos, sin nada que frenara la caída. Pero si habíamos tocado fondo, sólo podía significar una cosa.
Ahora sólo podíamos ir hacia arriba. Curarnos las heridas, y seguir adelante. Iríamos a la caza de la felicidad, ya que ella se negaba a aparecer. Brindaríamos con alegría, a la salud de todo nuestro pasado.
Porque a pesar de que habíamos tocado fondo, mis labios esbozaron una promesay tu risa fue suficiente para hacerme saber que tú también la cumplirías. No fue una risa feliz, por supuesto. Rebosaba alivio, ironía y dolor. Pero eso ya no importaba porque los días malos se habían acabado.



No hay comentarios:

Publicar un comentario