sábado, 7 de enero de 2012

El amor es duro, Circe.

- El amor es la mayor putada que te puede hacer la vida - lo susurraste en voz baja, pesaroso, como si fuera un secreto de dominio público del que yo no estaba enterada.
Yo no dije nada. Me limité a clavar mis ojos en el brillo rojizo que emitía el cigarrillo que sostenías entre tus dedos, mirando como el humo que despedía ascendía girando sobre sí mismo, dejando una estela tras de sí en el aire que me rodeaba.
Soltaste un suspiro cansado, borrando de golpe las estelas plateadas y recuperando mi atención.
- No te esfuerces por pensar lo contrario. Ya te darás cuenta de que tengo razón. La vida te da mil golpes. Te machaca. Te clava decenas de puñales en centenares de lugares distintos. Pero lo peor - musitaste-, lo peor es el amor - hiciste una pausa -.Te arranca el corazón de cuajo y juega con él hasta convertirlo en algo irreconocible - le dedicaste una mirada inexpresiva al cigarrillo y lo sostuviste frente a tus ojos - Inútil - lo aplastaste entre tus dedos -. Inservible - lo partiste en dos -. Vacío - lo dejaste caer al suelo con desprecio, y yo vi la rabia escondida en tus ojos -. El amor es un sufrimiento que deberías evitarte. Un juego del que no saldrás bien parada. El amor es duro, Circe.
Y por fin, me miraste. Y en aquel segundo clandestino, vi un montón de recuerdos rotos guardados detrás de tus pupilas. Recuerdos amargos, recuerdos pasados, recuerdos de alguien que se marchó, recuerdos de un corazón que una vez estuvo entero. Pero recuerdos, al fin y al cabo. Recuerdos que seguías atesorando por alguna razón.
Así que sonreí.
- Puede. Pero entonces, si el amor es duro, por pura cabezonería, yo lo seré más.
Y entonces, me agaché y atrapé tus labios.

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